miércoles, 25 de diciembre de 2013

Ramones (1976) - Ramones



Puntuación: 8+

Mejor canción: Judy Is A Punk

Tracklist
1. Blitzkrieg Bop
2. Beat On The Brat
3. Judy Is A Punk
4. I Wanna Be Your Boyfriend
5. Chain Saw
6. Now I Wanna Sniff Some Glue
7. I Don't Wanna Go Down To The Basement
8. Loudmouth
9. Havana Affair
10. Listen To My Heart
11. 53rd & 3rd
12. Let's Dance
13. I Don't Wanna Walk Around With You
14. Today Your Love, Tomorrow The World



Vuelvo para hablar de los Ramones y, por extensión, del punk. Ohhh, el punk. Qué movimiento tan controvertido. Y tan único. Veamos. El punk surge a mediados de la década del 70 como un movimiento social que respondía a a un período particularmente difícil que atravesaban tanto Gran Bretaña como los Estados Unidos. Básicamente estaba en crisis el modelo de Estado de Bienestar, lo que traía como consecuencia mucha desocupación y descontento social. Este es el caldo de cultivo del movimiento punk, a mi manera de ver el último realmente revolucionario que vio el rock. Se trata de mucho más que un género, ya que trae consigo toda una ideología en la cual no me meteré mucho. Tan solo diré que es una ideología mucho más interesante que el simple "romper todo" que muchas veces se le endilga. 

Yendo estrictamente a lo musical, el punk toma grandes influencias del movimiento mod (encabezado por losWho en la primera mitad de los 60) y de lo que más tarde se conocería justamente como proto-punk, con grupos como The Velvet UndergroundThe New York Dolls o The Stooges. El sonido de estos grupos era sucio, ruidoso, con mucha distorsión, monótono y salvaje, y poseían una imagen rotosa y desaliñada. Todas estas características fueron extrapoladas por los grupos punk más tarde (con sus diferencias, claro). Los Ramones, particularmente, fueron de los primeros grupos del género, y están universalmente considerados como los fundadores del mismo. 
 Hecha esta breve introducción, quiero aclarar que el punk, y por lo tanto este disco, me despierta sensaciones muy contradictorias. Por un lado, fue la última revolución que tuvo para ofrecer el rock; por otro, fue el primer movimiento claramente retrógrado. Por un lado, puede ser considerado hasta estúpido; por otro, esto es justamente lo que lo hace genial. 
 Este debut de los Ramones, yendo al grano, me encanta. O al menos lo que me puede llegar a encantar un disco de este estilo. Y todo lo que veo en él es contradictorio. Sí, fue un disco extremadamente revolucionario, ya que presentó una novedosa manera no sólo de tocar sino de encarar el acto creativo. Sé que es algo trillado, pero verdaderamente era necesario algo como el punk para sacar un poco del pedestal a los grupos progresivos del momento (YesGenesis), que estaban recorriendo lugares cada vez más intrincados y complejos. En otras palabras, se estaban yendo al carajo. Y, claro, un joven marginado, sin dinero y olvidado por el sistema, ¿qué posibilidades tenía de competir a su nivel? Ninguna.  Por eso llegó el punk y llegó este disco, para bajar nuevamente al rock a un nivel "humano" y ponerlo al alcance de todos. Al fin y al cabo, el rock había sido un movimiento juvenil y salvaje, que nada tenía que ver con las extensas suites multipartes que ofrecían esos grupos. Por eso, con el punk los jóvenes volvieron a tener una oportunidad, y comenzaron a salir bandas de todos lados. Sería necio afirmar que los Ramones inventaron el punk; lo cierto es que el movimiento se estaba gestando de una u otra forma y sólo faltaba el disco que lo destape, que, por casualidad o causalidad, fue este.
 Ahora bien, como decía, esto me sigue resultando contradictorio. Si miramos más allá de toda esta revolución (que es indiscutible como tal), podemos afirmar que el punk es el primer género verdaderamente retrógrado. Desde su nacimiento, cada género nuevo había aportado y avanzado musicalmente. Ya sea el rock psicodélico, el rock pesado, el prog, siempre se notaba una búsqueda constante de un sonido más rico. Pues bien, el punk derriba todo esto y parece volver veinte años atrás con un sonido simple que no ofrece nada particularmente nuevo a los viejos rocanroles con un poco más de velocidad. Sé que esta era la idea, y sé que era necesario, pero también es innegable que una vuelta atrás tan descarada no es precisamente algo destacable desde el punto de vista artístico. 
 Pero aquí vuelvo a contradecirme: esto es justamente lo que se buscaba. Al punk no le interesa lo artístico, se burla de lo artístico. El punk son cuatro pendejos con ganas de tocar un par de acordes y de emborracharse. Y los Ramones también son eso. Cuatro pendejos que tocan rápido y sin preocupaciones, agarrando canciones como Hang on to Yourself de David Bowie o 1970 de The Stooges, idiotizándolas y repitiendo catorce veces hasta tener todas las canciones del disco. No parece haber ninguna cuota de genio en ellos. Y encima, ni siquiera tenemos el componente ideológico en las letras; para eso habría que esperar a los Sex Pistols o The Clash. No, para nada, las letras de los Ramones son de lo más estúpido que hay sobre la tierra. ¿Qué hay de genial en todo esto, se preguntarán? 
 Bueno, no puedo evitar volver a contradecirme: todo lo malo de este disco es lo que lo hace atractivo. Las letras son tan idiotas que terminan siendo una obra maestra. Las canciones son todas tan iguales entre sí que terminan siéndolo también. Ciertamente, en las primeras escuchas a uno se le hace una masa uniforme e indistinguible, pero luego uno se da cuenta de que está bien que así sea. ¿Qué sentido tendría algo más de variedad? En este caso, nada: son cuatro idiotas que sólo saben tocar de una forma y han venido al mundo para tocar de esa forma. 
 De todas formas, me gustaría establecer una distinción entre los Ramones y el resto de grupos punk que escuché: las melodías. Si hay una cuota de genio en los tipos es en las melodías. Bajo toda esa capa de distorsión en realidad inofensiva, se esconden catorce melodías pop, casi sacadas de un disco de los Beach Boys, una más pegadiza y placentera de la otra. No pienses en una máquina demoledora de rock; hasta en eso los Ramones se cagan en uno. Son los temas más inofensivos que podrás escuchar: cortos, pegadizos, estúpidamente infantiles, con una batería siempre a la misma velocidad, una pared de guitarras distorsionadas con menos acordes de lo imaginable y que no ensayan un solo ni en sueños y, sobre todo,  con esa voz tan perdidamente maravillosa de Joey cantando como si estuviera resfriado. ¿Se dan cuenta de lo que hablo cuando digo que es tan malo que es bueno? Es la idiotez en forma de álbum y extrapolada en los veintiocho minutos del disco, garantizando una diversión desprejuiciada a lo largo de todo el mismo. Escuchen un tema y habrán escuchado todos: ¿pero por qué hacer esto si podés efectivamente escuchar todos? 
 En discos como este se hace perfectamente entendible el "lo amás o lo odiás". Y, sin embargo (caso extraño el mío) me permito rebatirlo: ni lo amo ni lo odio. Si me dieran a elegir me encontraría más cerca del amor, claro, pero a pesar de la gran diversión que me brinda, jamás podría decir que amo este álbum, ni darle un nueve. Simplemente no puedo. Después de todo, nunca me llegué a emocionar con Ramones: es prácticamente imposible que eso suceda. Pero dejando en claro esta ausencia de amor, me parece un gran disco, que me ayudó a derribar muchos prejuicios. 
 De todas formas, no creo que pueda considerarme nunca un gran fan del punk. Su salvaje necesidad de ser monótono lo condena, y su "vive rápido, muere joven" se traslada perfectamente al plano musical. No estoy diciendo que este es el único disco que vale la pena; eso sería ignorar despiadadamente la enorme cantidad de subgéneros y grupos que hacen punk. Es simplemente que, teniendo este genial disco, ¿qué aporta de novedoso todo lo demás del grupo? ¿De qué me sirven todos los otros discos de los Ramones si ya tengo este? Es un género que se extingue rápido, me parece. Y me parecería hasta lógico que esta tendencia se repita en cada subgénero. Claro, un fanático punk podría disfrutar quinientos discos iguales en la misma medida: lamentablemente yo no. Pero esto no es culpa del punk, ni mucho menos de los Ramones.
 Pero dejemos de lado tanto análisis, que el disco en sí debe ser el más fácilmente analizable del mundo. Lo que si es bastante difícil es hablar de cada canción por separado: realmente son todas muy similares entre sí. No obstante, lo voy a intentar. El disco abre con un riff genial, marca patente del género. Se trata de Blitzkrieg Bop, la canción bisagra del grupo. Y se merece verdaderamente esta reputación, ya que se trata realmente de una gran canción, con esos "Hey! Ho! Let's Go!" más pegadizos que la miel. Presten atención al final, en donde se repite el coro y se agregan de manera sutil primero el bajo y luego la guitarra. ¿Ven? Ahí tenemos una buena idea musical. La letra habla de los fans de rock, y da una pauta de lo genial que fue el punk en ese sentido: los espectadores podían mañana ser músicos, o sus propios ídolos pasar a ser espectadores sin ningún problema.
 La canción que le sigue se titula Beat On The Brat, y posee otro buen riff y una melodía genial con una letra idiota. Recién es el segundo tema y ya se me hace difícil hablar de él. Pero bueno, en este disco eso no es necesariamente malo, y creánme que esta es una gran canción.
 Completando esta maravillosa trilogía inicial tenemos el que considero mi tema favorito, Judy Is A Punk. Es el único (o uno de los pocos) tema que realmente rockea de forma salvaje, catapultándonos desde el inicio hacia una atmósfera preciosamente despiadada. La melodía es de las más bellas del álbum, una gema pop injustamente olvidada, y la forma en que la banda se calla antes de cada verso también me parece brillante, así como lo que canta Joey en ambos casos: "Second verse / Same as the first" y "Third verse / Different from the first", con esa fantástica voz nasal. ¿No es lo más tonto y estupendo que han oído jamás? La letra habla de una pareja de delincuentes juveniles que eran fans de la banda y eventualmente murieron en un accidente aéreo, haciendo la línea "Perhaps they'll die" ciertamente profética.
 A continuación tenemos I Wanna Be Your Boyfriend, la primera de una larga serie de "wannabes" de la banda. Es la balada del disco, y la única canción con un tiempo más desacelerado que las otras. Es muy inofensiva, y realmente podría haber pasado por una balada de algún grupo femenino de principios de los '60 sin las guitarras distorsionadas. No obstante, si esos coros tan brillantemente mongoloides no te hacen estallar de placer, no te comprendo como ser humano.
 Chain Saw comienza con un verdadero e irritante sonido de una motosierra, que demuestra lo barato del sonido del disco. Se trata de un tema más, con una melodía pegadiza, y destaco particularmente la parte del medio, en la que el ritmo se ralentiza y vuelven a aparecer esos coros tan infantiles del tema anterior.
 Así llegamos a otro punto fuerte del disco, titulado Now I Wanna Snif Some Glue. El comienzo se condice con lo chocante del título, y luego se repite pero con el único acompañamiento de un platillo. Un simple "One two three four five six seven eight" da rienda suelta a la locura, que se hace presente con un riff antológico, demencial y caótico, que nos hace imposible no saltar por toda la habitación. Se trata de un extracto del extenso solo de Pete Townshend de My Generation en su versión del Live At Leeds, claro. Antes pensaba en no destacarla debido al descarado robo, pero ahora me di cuenta de que no me importa. Después de todo, tenían que robar alguna idea de algún lado, ¿no? Lo hace aún mejor. Cualquier cosa que sea mala en otro disco, en éste va a ser buena. Y viceversa.
 El lado A cierra con I Don't Want Go Down To The Basement, una canción anónima entre la nebulosa que se destaca por ser la más larga del disco con sus modestos 2:40 minutos y por robar otro riff, esta vez el de Hang On To Yourself de David Bowie.
 Y el lado B abre con un riff bastante parecido. Se trata de Loudmouth, una canción tampoco tan destacable pero ciertamente mejor que la anterior, con una de las letras más maravillosas jamás escritas, en la que Joey acusa a su contrincante de "loudmouth" y le dice que le conviene callarse porque, de lo contrario, lo golpeará. No tengo nada más para agregar a algo tan brillante.
 A continuación tenemos una de mis favoritas, Havanna Affair, con una divertida letra de tintes cubanos, una melodía increíblemente placentera y un extraño efecto en la batería en el estribillo que, obviamente, nos sorprende. Es que todo suena tan igual...
 Listen To My Heart es mi canción menos predilecta. La melodía es pegadiza, pero esta vez bastante insoportable, y por lo demás sigue siendo igual de anónima que las otras.
 53rd & 3d es otro tema genial. ¡Tiene otro ritmo! ¡Y una coda! Joey la canta con algo más de furia que al resto de los temas, y si a eso le sumamos ese formidable falsete del 1:05, que nos hace saltar de la silla de tan distinto que es a la uniformidad vocal en el resto de las canciones, tenemos una joya. La letra, escrita por Dee Dee, cuenta de un ex-soldado de Vietnam devenido en taxi-boy al cual nunca eligen por ser feo. Él, en venganza, asesina a su primer cliente con un cuchillo, para probar que no es ningún marica. Además, le tengo un gran aprecio porque estuve en esa esquina cuando visité Nueva York. Bueno, a nadie le importa ¿no? Sigamos.
 El único cover del disco es Let's Dance, un viejo rock and roll versionado decentemente por los Ramones y con un extraño ¿teclado? sobre el final.
 Y terminamos el disco con dos canciones del más alto nivel. La penúltima es I Don't Wanna Walk Around With You, la canción más simple de la que tengo memoria. Una letra increíblemente directa y sencilla ("no quiero caminar contigo, así que ¿por qué querrías caminar conmigo?". No se me ocurre nada más brillantemente estúpido. Casi roza el límite de lo absurdo.), una melodía feroz y un punteo en el minuto 1:12 que es lo más cercano a un solo en todo el disco. Brillante.
 Este tema se conecta con el último, Today Your Love, Tomorrow The World, dando una sensación de agotamiento bastante acertada, con un "One two three four" que parece casi como un "bueno, quédense tranquilos que esta es la última". No sé, es difícil de explicar. La cuestión es que se trata de un temazo, con una larga introducción (bueno, larga para lo que es la duración del disco), una letra con reminiscencias nazis y una melodía irresistible. Sobre el final, llega la extensa coda, con una batería que se desacelera y un mensaje algo solemne que siempre me gustó mucho. Se trata de un intento baratísimo por darle un tinte épico al final del disco, y la verdad es que queda perfecto.
 Y así concluye el disco. En media hora. Una experiencia totalmente placentera y desprejuiciada. Un 8+.




lunes, 30 de septiembre de 2013

Atom Heart Mother (1970) - Pink Floyd

Puntuación: 7+

Mejor canción: Atom Heart Mother

Tracklist:
1. Atom Heart Mother
2. If
3. Summer '68
4. Fat Old Sun
5. Alan's Psychedelic Breakfast



 El disco de la vaca es un punto clave en la carrera de Pink Floyd. Después de la salida de Barrett, la banda había quedado desorientada, lo cual se vio reflejado en sus discos posteriores. Primero, intentaron una psicodelia más oscura que la de su disco debut. Después cambiaron radicalmente a un soundtrack campestre y otoñal. Y luego dieron otro giro de 180º para salir conUmmagumma, uno de los álbumes más delirantes jamás hechos. Este último disco demostraba que Pink Floyd no sabía para dónde salir. La locura de su líder había dejado al barco sin capitán, y no sólo no sabían que dirección tomar sino tampoco quién iba a ser el nuevo líder. 

 Bueno, con Atom Heart Mother la banda comienza a encontrar su camino, alejándose de la locura inclasificable de Ummagummay oriéntandose más a un rock sinfónico mucho más digerible. Es una aproximación, claro está, y es por eso que en realidad el sonido no está para nada definido. Todavía no saben conciliar lo experimental con lo agradable, por lo que tenemos una enorme suite sinfónica bastante delirante mezclada con cancioncitas ligeras que parecen sacadas de More
 En suma, tenemos un disco bastante inclasificable todavía, pero con una clara tendencia a la búsqueda de cosas más "normales". Un claro ejemplo de disco de transición. 
Y, como tal, no es nada que nos vaya a volar la cabeza. La suite principal es algo muy volado y mucha gente la califica como obra maestra: no es mi caso. Si bien la disfruto muchísimo, me parece que le falta bastante para acercarse a lo magnífico que suenan las posteriores suites del grupo. Y el resto de las canciones son inofensivas, lindas, a veces alcanzando momentos de mucha belleza pero nunca ofreciendo nada que nos haga saltar de la silla. 
 No obstante, no hay nada desastroso, y creo que un 7 se ajusta perfecto al disfrute que proporciona el disco. Una obra disfrutable, para escuchar algún domingo a la tarde reclinado en la silla, y que sirve para entender cómo fue que una banda pasó de hacer Ummagumma a Meddle en tan sólo dos años.
 Pasemos entonces a las canciones. El disco comienza con una suite larga, ambiciosa, portentosa, llamada Atom Heart Mother. Las opiniones están divididas: algunos dicen que es una obra maestra, mientras que otros la detestan. Yo estoy en el medio, aunque si tuviera que inclinarme lo haría más hacia el primer grupo. Hay pasajes bastante bizarros, mezclados con otros absolutamente geniales, aunque la imagen que me da a larga vista es que le falta fluidez para llegar a volarme la cabeza. De todas formas es claramente lo mejor del disco, y me sigue pareciendo muy interesante. Empieza con unos ostentosos vientos que parecen anunciar la llegada de algún emperador y van subiendo de volumen. Es interesante notar lo distinto que suena esta suite al resto de las suites de la banda. El principal elemento distintivo es que ¡no parece Pink Floyd! La banda de vientos toma tanto protagonismo que desplaza a la guitarra y a la voz, lo cual convierte al track en la obra más sinfónica lanzada jamás porPink Floyd, y esta característica no hace más que aumentar lo interesante de la obra. Como decía, los vientos van creciendo hasta desembocar en el faraónico riff principal, acompañado de una batería maravillosa. Esta sección se mantiene hasta el minuto 3, cuando todo se silencia y queda sólo el bajo, repitiendo un misterioso y nocturno riff. Pronto se agrega el teclado y una exquisita viola, configurando un ambiente lujoso y seductor. Luego se agrega una dulce guitarra, y todo va subiendo más y más hasta que, sin darnos cuenta, estamos en el medio de un hermoso solo en el que ya está presente el sonido característico de Gilmour. Todo esto desemboca de la nada en la tercera sección, en la que unos teclados fúnebres acompañan a unos coros decididamente oscuros que parecen anunciar algún rito caníbal. Esta parte es atmosférica y puede llegar a inquietar, aunque se extiende demasiado para mi gusto. De a poco, todo se va apagando, y nos vemos metidos en la mejor sección de la suite. Se trata de un fantástico jam increíblemente funkie, con un beat perfecto de batería acompañando a la, ahora sí, maravillosamente lisérgica guitarra de Gilmour, en lo que es una cascada de placer. Todo se va haciendo más oscuro a medida que se agregan nuevamente los coros, aunque esta vez el resultado es bastante más bizarro. También vuelven los vientos, y con ellos volvemos al majestuoso riff principal. De la nada todos los instrumentos se callan y comienza la parte experimental, llena de teléfonos y vientos y martilleos y ruidos por todos lados. Tiene cosas interesantes, pero no es algo que pueda disfrutar, y menos si está insertada así, a la fuerza. Y también a la fuerza aparece un collage de las partes anteriores de la suite, y con él desembocamos en la repetición del riff principal. Luego aparece nuevamente la sección de la viola, que sigue siendo igual de hermosa aunque ya no agregue nada nuevo, y luego todo se va haciendo más y más demencial y vuelven a aparecer los coros, y cuando ya aparece de nuevo el portentoso riff, no sabemos si nos voló la cabeza o si nos cansamos de tanta repetición. Y allí termina, dejándonos con esa sensación ambigua, pero también con ganas de volver a escucharla. 
 Y así pasamos al lado B del disco, que es infinitamente más digerible. Para empezar tenemos a If, una baladita acústica de Waters inofensiva pero también deliciosa, con una melodía bellísima y una transición notable de su sencillez inicial a la madurez final, con solo de Gilmour incluido. Siempre me encantó este tema, y hasta creo que es mi favorito, aunque objetivamente nunca podría ponerlo por encima de Atom Heart Mother.
 Luego tenemos Summer '68, una pieza pop con un piano precioso y una linda melodía, aunque el estribillo es demasiado tosco para mi gusto y se termina haciendo demasiado larga, con unos bronces demasiado ampulosos que arruinan la belleza de la canción.
 Por último, David nos regala otra balada llamada Fat Old Sun. Es bastante linda, pero no me parece muy destacable, aunque el solo del final la mejora bastante y parece anticipar los solos majestuosos que nos brindaría Gilmour posteriormente. 
 Y para terminar tenemos otra suite, más corta y mucho más intrascendente. Se trata de Alan's Psychedelic Breakfast, y casi que lo más interesante es el título. Se llama así porque las tres partes de la suite están intercaladas con el soundtrack de un tipo haciéndose el desayuno y comiéndolo luego. Es una idea bastante extravagante, pero la música en ningún momento parece ofrecer nada atractivo. La primera parte es apenas un piano muy ligero mezclado con algunos atisbos de melodías de guitarra. Y así termina, sin ningún clímax ni nada parecido. La segunda parte es más agradable, ya que se trata de una guitarra acústica placentera que nos recuerda algún atardecer lejano con tintes de nostalgia. No obstante, todo sigue sonando ciertamente inofensivo. La parte final intenta brindar un cierre, pero el clímax que se produce es ochocientas veces inferior al del lado A, y en conjunto toda la pieza suena notoriamente plana. No molesta en absoluto, pero pocas veces vi algo tan inofensivo, y no es ciertamente lo que se espera de un grupo como Pink Floyd.
 Así termina este disco. Un buen intento, agradable y por momentos poderoso, pero que no termina de configurar una gran obra. Pero recordemos que es una transición, y a partir del disco siguiente comenzará el mejor Pink Floyd.


martes, 27 de agosto de 2013

Thick As A Brick (1972) - Jethro Tull





Puntuación: 10+
Mejor canción: difícil...¡Ya sé! ¡Thick As A Brick!

Tracklist

1. Thick As A Brick (Part 1)
2. Thick As A Brick (Part 2)
                             
                                 

 Bueno. Luego de mi magnificente retorno estuve algo ausente debido a mi viaje de egresados en Bariloche (fue genial, algún día escribiré un cuento al respecto), y para volver decidí una obra colosal como Thick As A Brick. Escribir sobre un disco tan complejo suele ser difícil, pero en el caso de Thick As A Brick, creo que todo podría resumirse con una sola palabra: "perfecto". Particularmente, creo que Thick As A Brick es un disco perfecto. Es mi favorito dentro de lo que he escuchado del progresivo, junto con esa otra maravilla que es Selling England By The Pound
 Y ahora vamos con mi muletilla que es la siguiente pregunta retórica: ¿qué es lo que lo hace tan genial? Su música. Sí, dije una obviedad, pero es que no hay otro modo de explicarlo. Era 1972, el auge del rock progresivo, y Jethro Tull se mete de lleno en esta nueva movida con una propuesta muy ambiciosa: un disco de una sola canción. Así es, los dos lados son en realidad la misma canción, y si están separados es sólo por una cuestión técnica. Obviamente, esto traía muchos riesgos. Un disco de una sola canción puede hacerse inabarcable, y de hecho es muy difícil que uno pueda centrar realmente la atención en las primeras oídas. ¿Cómo hace el loco de Ian Anderson para solucionar esto? Haciendo música de la más alta manufactura. Mientras todos los demás grupos de prog se peleaban por ver quién hacía la cosa más bizarra, quién experimentaba más, Anderson ensaya una "descomplejización de la complejidad". ¿A qué me refiero con esto? Simple: hace parecer fáciles cosas que no lo son. Esta larga suite no suena para nada difícil: no es desentrañable, no se enreda, no parece ser realmente complicada. Pero en realidad se trata de música muy compleja, con demasiadas ideas, demasiados matices, sólo que la banda encuentra la manera de ordenar todo de manera perfecta y tal que no nos demos cuenta de lo difícil que es en realidad todo. Esto me parece que es lo más resaltable del disco: cómo logran mucho sin dejar de sonar accesibles. 
 Pasando a la música en sí, es realmente un delirio. Lo que más me asombra del disco es la cantidad de ideas y cómo logran hacerlas fluir. Es una canción formada por varias partes, cada una genial a su modo, y todo encaja perfectamente. Uno puede oír una balada folk, luego una especie de marcha medieval, sobresaltarse con un riff de hard-rock al segundo siguiente, y en ningún momento la cosa suena emparchada o agregada a la fuerza. Las transiciones entre las distintas secciones de la suite siempre se dan naturalmente, con elegancia, con belleza, y nunca dejan de suceder cosas. Esto también es increíble: la cantidad de cosas que suceden a nuestro alrededor. Las canciones dentro de la gran canción están repletas de matices, flautas saliendo de la nada, campanitas, vientos, contrapuntos, riffs, coros, cambios de ritmo. Nunca dejan de pasar cosas, y uno nunca deja de descubrirlas. Realmente me sorprende cómo Ian podía tener tantas ideas en la cabeza. 
 Y por si esto fuera poco, las piezas en sí son obras maestras. Y perfectamente ejecutadas. Las melodías son excepcionales y la banda logra una inmensa variedad de sensaciones: desde una balada emotiva, hasta un rock furioso, atravesando apacibles pasajes de folk inglés, endemoniadas marchas cuasi-incas, logrando una obra realmente diversa. Y todo esto respaldado por una gran actuación de Anderson en la flauta. ¡Qué estilo tan distintivo! La flauta de Anderson está añadiendo belleza por todos lados, y esto aporta una gran cuota de originalidad y distinción. Martin Barre también se destaca como un GRAN guitarrista acústico, y además aparecen pianos, campanas, órganos, masas de vientos, orquestas de cuerdas, mandolinas, clavicordios, cornos y todo tipo de instrumentos para hacer más barroca la experiencia. Me parece importante destacar a John Evan, el tecladista, que nunca es nombrado pero aquí cumple una labor excelente, no sólo aportando masas de teclados sino líneas de piano realmente hermosas y hasta un solo de rock pesado. Repito: no puedo creer la cantidad de cosas que tenía Ian metidas en la cabeza, y lo bien que las logró transmitir.


 Pero vamos a la gigantesca canción. Thick As A Brick (Part 1) abre con una línea delicadísima de guitarra, y cuando entra esa frasecita SUBLIME de flauta, ya nos damos cuenta de que estamos ante algo grande. Y cuando encima aparece de la nada ese acorde mastodóntico de "Your deafness a SHOUT!", meneamos la cabeza asombrados. ¡Y van sólo 30 segundos! La balada acústica que da forma a la primera parte de la suite es de una belleza extenuante, con un estribillo hermoso, pero de a poco va subiendo la tensión. Y cuando digo de a poco, es realmente de a poco: primero se agrega un sutil acompañamiento algo jazzero, luego entra la batería con todo para el estribillo, y después todo vuelve a callarse hasta que un trallazo eléctrico nos revuelca por la habitación. ¿Ven lo que les digo cuando hablo de cómo fluye el sonido? Pasamos de una balada acústica a un hard rock, y lo hicimos casi sin darnos cuenta. Volviendo a la realidad, comenzamos la segunda parte de la suite, con un riff espectacular y un ritmo vertiginoso. Le agregamos un solo de teclado que suena psicodélico y rockero a la vez, y tenemos otra genialidad. Luego, de la nada, volvemos a la línea de guitarra que había abierto al disco, y aquí se va produciendo de a poco otra excelsa transición hacia la tercera parte del tema, que consiste en una especie de balada épica medieval de gran melodía respaldada por una masa de sonido IMPONENTE y que, encima, se da el lujo de encajar en el medio un diálogo entre guitarra eléctrica y flauta que me despedaza por completo. ¿Alguien se preguntó si una flauta podía rockear? Aquí tienen la respuesta. Posteriormente todo se calla, y quedan sólo la flauta y el teclado. Y después solo el teclado, que en medio minuto muta para brindar un riff antológico que luego es repetido por la flauta en el punto cúlmine de la genialidad. La melodía de esta parte vuelve a ser excelente, y además la actuación de la flauta es particularmente brillante. ¡Escuchen ese solo que se manda en el minuto 14:13! Puedo morir tranquilo. De nuevo el tema va mutando, y en el minuto 16:05 nos sorprende un barrido perfecto de guitarra acústica, que nos introduce a la última sección de la primera parte de la suite. Ésta consiste en una balada realmente hermosa, con pianos tan exuberantes que empalagan, una melodía suave y subyugante (hasta tiene unos "na na na" por ahí), una flauta como siempre sensacional y unas campanas que terminan de transfigurar una de las secciones más bellas que jamás oí. La escena es sobrecogedora: me imagino en un campo, de noche, observando un lago y meditando sobre cómo se nos va la vida, pero a la vez disfrutando inmensamente el hecho de poseerla. Perdón, pero esta parte es demasiado para mí. Y por si todo esto fuera poco, la melodía sigue siendo genial. ¡Maldito Anderson! ¿De dónde sacaba tantas melodías? A los 18:16 se va agregando otra imponente masa de vientos, y todo termina de manera sobrenatural. La transición con la segunda mitad se produce con menos maestría que el resto de la suite, ya que el lado A termina con un ruidoso aunque efectivo riff metálico, que se me hace interesante para escuchar con auriculares por cómo el sonido va saltando de un lado a otro.
Y así pasamos a Thick As A Brick (Part 2), la segunda parte del disco. El comienzo se da con una repetición algo caótica del rocker inicial, con un extenso solo de batería, que luego da paso a una sección algo experimental de diálogos mezclados con agudísimas flautas (parece sacada de alguno de los millones de discos de Frank Zappa). Como dije, la transición entre los dos lados pierde un poco la elegancia del resto de la obra. A los 4:05 comienza la misma preciosa línea de guitarra que daba inicio al álbum, y Anderson vuelve a demostrar su genialidad inventando una melodía diferente sobre LA MISMA LÍNEA DE GUITARRA. E IGUAL DE HERMOSA. ¿Se dan cuenta de lo que hablo? Es una cosa de no creer. Y además, está matizado por un intermezzo notable de flautas y pianos. Una breve pero linda melodía da paso a la siguiente sección, una excelsa y nuevamente épica balada. Comienza con una melodía conmovedora, matizada por brillantes punteos de guitarra y una flauta macabra que en el estribillo se transforma en una paloma llena de paz. Cómo te hacen variar los estados de ánimo en segundos, qué genios. A los 8:02 se mete la batería con un ritmo sobrecogedor acompañando a una flauta cada vez más fascinante. Todo va subiendo, todo va haciéndose cada vez más interesante. La batería ensaya algunos cambios de ritmo demenciales. La guitarra y el órgano comienzan a sumarse, haciendo todo una marcha cada vez más frenética e impactante. La transición entre esta parte y la siguiente es PERFECTA, con mayúsculas. Comienza sólo la flauta, tan sombría como siempre, se van agregando algunas cornetas o no sé qué carajo son, la batería se hace cada vez más pesada, y para cuando se agrega la guitarra ya flotamos en un mar de felicidad. Y cuando ya nos creíamos inmunes, Ian saca de la galera OTRO RIFF tan genial como los anteriores. ¡Alguien que lo frene a este tipo! Así da comienzo a una melodía devastadora, épica, increíble que nos va acercando al final. Y cuando me toca describir el final ya me siento incapaz. Todo va subiendo, se agregan más y más instrumentos, capas de sonido, melodías que se entrecruzan, secciones que cambian y se entrelazan y surgen de la nada y desaparecen y todo un océano de complejidad tocado con la más absoluta sencillez. No puedo, no puedo no rendirme ante tamaña demostración de creatividad. ¡No puedo! Hablo de cosas como el riff de flauta del 14:08, la frenética melodía del 14:50 (iniciada por una alarma que me parece un detalle maravilloso) o cómo frena todo de golpe en el 15:20 para dar paso a una marcha más lenta y fúnebre pero igualmente conmovedora. Pero aquí todo es volátil, y rápidamente volvemos a la misma melodía de siempre que ya parecíamos haber olvidado, y cuando Anderson queda por un momento a capella parecemos perder la noción del tiempo. La otra melodía regresa, la frenética, y nos vemos impulsados en un remolino que termina abruptamente a los 18 minutos. Ya estamos en la parte final, que repite la melodía del fin del lado A, pero con un trasfondo instrumental distinto y aún más épico. ¡Escuchen el riff del 18:38! Me deja helado. Luego todo se acelera, pero es un engaño, y vuelve la misma melodía por un rato, hasta que la batería se pone pesada, la flauta se pone escandalosamente genial, las guitarras florecen de la nada y yo ya no sé dónde estoy parado. Y ahí estoy, sumergido en el caos, cuando al 19:52 aparece una orquesta DE LA NADA, que me termina de convencer de que este disco es una absoluta obra maestra. ¡Escuchen esa hermosura! ¿Quién se esperaba una maldita orquesta en el último minuto de la obra? Es el toque final, el último golpe del genio de Anderson que corona todo. Bueno, en realidad no es el último. Porque todo sigue, igual de frenético que antes, salvaje, demencial, atroz, perfecto. Y de pronto todo se hace más agudo, y cuando al 20:30 florece la misma, la estúpida misma línea de guitarra del principio, ya no sabemos qué pensar. ¿Cómo hizo? ¿Cómo carajo hizo para darnos tantas vueltas, para llevarnos a tantos lugares, para hacernos sentir tantas cosas y después volver al principio? ¡Volvió al principio! ¡Como si nada! Es increíble. Y así nos parece, y así quedamos, atontados. Y Anderson lo sabe, y cuando recita la última frase se ríe. "And you wise men don't know how it feels / To be thick / (Risa) / As a brick". Esa risita leve me termina de matar. El tipo se mandó una obra maestra de 45 minutos para volver al principio, y encima el final es lo más alejado de lo pretencioso posible. El tipo se ríe. Realmente no somos dignos de algo así. No lo somos.
Espero haber podido expresar correctamente mi devoción por este pedazo de música. Cómprenlo. Escúchenlo. Muéstrenlo. Ámenlo. Yo lo hice. Un 10+, ¿todavía no quedó claro?


 

lunes, 15 de julio de 2013

América (2012) - La Perla Irregular


Puntuación: 10

Mejor tema: Exviento

Tracklist
1. El Aprendiz de Brujo
2. Nosotros Los Monos
3. Una Delicada Pizca de Horror
4. Guantes de Mimbre y Luz
5. Ella Te Ama (La Mujer Nueva)
6. Exviento
7. Carta Al Dolor
8. Un Gran Color
9. América
10. Más Que Amigos
11. Descanso Vs. El Amor de las Ninfas
12. El Trago Oculto
13. Dios Es Una Cámara
14. Rondó del Bello Divorcio
15. Me Gustaría

 Bueno, aquí me tienen de vuelta. Hace añares que no hago una reseña! En realidad menos de un año, pero bueno. En este tiempo tanto yo como Strauss estuvimos muy ocupados viviendo y no escribimos más. Él ya me dijo que no piensa volver a hacer reseñas nunca en su vida…bueno, no tan terminante, pero sí me dijo que no va a seguir escribiendo en el blog. Yo en cambio hace rato que extrañaba escribir sobre discos (porque cuentos sí he escrito en este tiempo, algún día abriré mi propio blog de cuentos y otras yerbas) y si no lo hacía era por pereza. Ahora al fin me decidí y siento que tengo que empezar todo de nuevo, antes me salían casi automáticamente y ahora tengo la mente bastante en blanco. Pero bueno, ya se me pasará. Espero poder volver a conseguir una cierta regularidad.
 Para este retorno elegí un disco que verdaderamente me motiva a escribir, y ese disco es América, el último lanzamiento de La Perla Irregular. Ustedes sabrán que siempre seguí a esta muy buena banda local, y hasta compartieron mis reseñas en su Facebook, lo cual me enorgulleció mucho. Bueno, a su disco nuevo no le di bola por bastante tiempo, pero finalmente me decidí y me puse a escucharlo concienzudamente. Es un disco largo, difícil, pero a medida que lo iba reescuchando iba encontrando nuevas cosas y me iba gustando cada vez más. En eso los fui a ver a Rosario (soy de Santa Fe) y dieron un muy buen recital. A esa altura ya me sabía todas las letras, y me gustaba tanto como los discos anteriores, así que me llevé una gran decepción cuando vi que no tenían el disco a la venta. Luego me enteré de que estaba agotado, así que esperaré alguna reedición o lo conseguiré de otra forma. En fin, en las últimas semanas seguí escuchándolo, ya sin parar, y me fue gustando más y más hasta que me di cuenta de que es una verdadera obra maestra. Me parece perfecto que se haya agotado, porque se lo merece. Siempre habían sacado buenos discos, pero creo que América es la confirmación de que se destacan por sobre el resto, y realmente creo que está entre las grandes obras del rock nacional.
 ¿Qué es lo que lo hace tan bueno? Vamos por partes. Primero que nada, es un disco largo. Largo y complejo. Luego del trampolín que había sido Rafael, la Perla se lanza definitivamente con una obra ambiciosa, variada, inabarcable. En esto marca la diferencia con los discos anteriores, que si bien eran grandes obras pop, no dejaban de ser eso, una serie de muy buenas canciones. Esto es otra cosa. Es una obra semi-conceptual, extensa, diversa y riquísima en todo sentido. Pablo Vidal se pone ambicioso y compone quince canciones con letras extrañas y arreglos cuasi barrocos.
Las canciones en sí suelen ser multipartes, y ese es otro factor importante. Uno nunca se aburre, porque siempre está asistiendo a nuevos giros, cambios inconcebibles, silencios repentinos y mutaciones. Por todos lados están pasando cosas, aparece una melodía pop por acá, después da paso a una trompeta, de la nada sale una orquesta, y así sucesivamente. Sin embargo, no suena para nada forzado. Eso es lo que me asombra. Las melodías se van sucediendo, los climas van cambiando, y todo esto sucede con una fluidez extrema. Todo se une perfectamente y sin fisuras.
 Los arreglos también juegan un gran papel. Preciosistas, llenan el espectro sonoro sin dejar ningún resquicio librado al azar. Una hermosísima orquesta de cuerdas entera, trompetas, trombones, saxos, flautas y hasta un corno francés, que enriquecen cada canción hasta la médula. Además, quiero destacar lo bien usado que está el silencio. En esta vida moderna solemos tener poca paciencia, y en América se nos invita a calmarnos con lapsos silenciosos que aparecen a lo largo del disco y que se convierten en un recurso más. Si a esto le sumamos unas letras inconexas, que a veces hasta dejan sin terminar las palabras, parece que estamos hablando de un disco de rock progresivo. Y la verdad es que sigue siendo un disco pop.
 Y eso es lo que termina de conjugar su genialidad. Pablo sigue haciendo melodías hermosas, inolvidables, frescas. Cada canción podría ser un hit si se lo propusiera, ya que siguen siendo pop, geniales piezas de pop. Es el pop llevado a su máximo refinamiento, a su pico artístico, a su cumbre creativa. Por si todo esto fuera poco, no hay relleno. O bien, lo hay, pero son canciones que cumplen perfectamente su papel y casi son igual de perfectas que las mejores. Y no se asusten, porque éstas canciones que nombro son apenas un par. El disco se mantiene en una calidad uniforme a lo largo de más de una hora, bien secuenciado, y termina dejándonos la sensación de que un clásico pasó ante nuestros oídos. No es para menos. El continente americano no podría haber tenido un homenaje mejor. La tapa sintetiza lo genial del disco. La riqueza y el color del continente están perfectamente expresados en la hora y pico de música de esta obra maestra placentera, diversa. Opípara.
 Pasemos a los temas. El disco empieza ya de entrada con una canción en pleno desarrollo, sin ningún tipo de introducción o algo que se parezca a un comienzo de disco, lo cual siempre me pareció muy extraño. Se trata de El Aprendiz De Brujo, una buena canción que cumple perfectamente su rol inaugural y nos da un pantallazo general del sonido que predominará en el álbum, a través de una melodía vertiginosa y atractiva, subrepticias líneas de guitarra y geniales acompañamientos de vientos, sin olvidar la emotiva mini-sección de “Pues ya mi guía / Me abandonó”. Quiero resaltar la línea de trompeta del 1:02, tan genial y tan parecida a la entrada de un rey. La letra es interesante, rara como todas las del disco, supongo que habla de la llegada de los españoles al continente. De todas formas, no creo que se hayan propuesto un sentido para las letras, sino simplemente buscaron que sonaran bien (lo cual está perfecto).
 Luego el destino nos regala una preciosa pieza pop llamada Nosotros Los Monos, con una melodía hermosa que va subiendo y bajando de tono hasta desembocar en ese glorioso crescendo de “dí-as-co-mo-hoy-me-sien-to-ma-a-a-a-a-a-a-a-al!” que lleva al estribillo, con otra melodía memorable. Pasamos luego por un pequeño intermezzo de quietud y misterio para volver al estribillo, que con la brillante participación de una trompeta se torna realmente emotivo. Genial canción. La letra incluye extrañezas como una enumeración spinetteana ("risas, cosa, mente, sol, diván…") y una gran frase como "Díganle que esta sociedad tiende a reprimir la pasión" cantada con gran energía. 
 A continuación viene Una Delicada Pizca de Horror, una canción que comienza de manera oscura con guitarras reptantes, teclados arabescos y hasta los zumbidos de Tomorrow Never Knows, y luego en el estribillo muta a otra melodía genial, tan juvenil, tan irreverente. Otro tema perfecto.
 El comienzo pop del álbum continúa con la adorable Guantes De Mimbre Y Luz (qué buenos títulos). Como anunció Pablo en el recital, es una pieza para bailar de a dos, con otra melodía hermosa esta vez desarrollada de modo más lineal, repleta de falsetes encantadores y “chururupapa-chururuchururirau” sesenteros por doquier. La letra ayuda al clima de baile de pueblo, con una frase que me encanta como "El día es triste, OK, la noche es audaz"
 De golpe empieza la canción más larga del disco. Se trata de Ella Te Ama (La Mujer Nueva), una suite de 8 minutos que cuenta con dos secciones definidas que se van alternando. Comienza como un blues tradicional, misterioso, de una letra oscura, que luego se transforma en otra melodía pop, esta vez más repetitiva. Esto se repite otra vez, con coros y vientos que empiezan a agregarse. Luego llega la tercera repetición, pero esta vez la sección de blues es sólo instrumental, con un medido pero eficaz solo de guitarra, y cuando parece que todo va a acabar, vuelve en una estampida la misma melodía pop, que se extiende y termina inundándose en un mar de cuerdas y vientos. Me parece un buen tema, pero la parte pop no termina de convencerme. No obstante, demuestra lo que hablaba de los silencios, que aparecen emparchando cada parte. La letra, por su parte, es bastante desesperanzada, casi una súplica.
 A continuación viene la canción más corta, y creo que también mi favorita, llamada simplemente Exviento. Comienza como una balada hermosa, cantada de gran forma por Pablo, y luego llega la parte del medio, que es de lo más emotivo que me tocó conocer. Vidal canta “Me besas / me atrapas / me das vida y luego / me matas / Pero me esperas / me libras / me libraa-as!” (qué letra tan buena), y los vientos generan un clímax estremecedor, que luego se resuelve en un sencillo, campestre, matinal y precioso solo de guitarra. La canción termina con el mismo piano de la primera parte, que cierra de modo brillante el círculo. Es increíble lo mucho que se puede lograr en dos minutos. Una canción que trae lágrimas a mis ojos.
 La sección media del disco nos trae Carta Al Dolor, una especie de balada algo rápida con arreglos de otro mundo y una melodía excepcional que de la nada nos brinda otro estribillo estremecedor. De todas formas, lo mejor del tema es ese solo de corno francés que aparece en el medio, inesperado y maravilloso. Sobre el final aparecen las guitarras pop características de la Perla, con ese sonido inconfundible, que dan paso a la coda.
 Un Gran Color es el rock del disco. Al principio no me gustaba, pero en Rosario fue el tema que mejor sonó, y terminé valorándolo como cualquier otro. Combina un riff sucio y poderoso con una sección lenta y emotiva en el medio, casi un vals. Es increíble como dos cosas tan opuestas pueden darse de manera tan poco forzada y llevarse tan bien. Al final, cuando Pablo canta “Serás tu la inmensidad”, rodeado de cuerdas y vientos, es imposible no admirar su genialidad, que hasta nos tenía reservados un último ataque rockero antes de concluir la canción.
 Llegamos así al tema central del disco, América. Es otro tema excelente, que relata la tortuosa historia de nuestro continente rodeada de un estribillo poderoso y omnipotente. Cuando parece que todo termina en un genial clímax (Dulce amiga la vida / Se nos va), nos vemos derivados a la segunda parte de la canción, que consiste en un riff genial, memorable, cinematográfico, que es repetido incesantemente mientras se agregan instrumentos. Luego se apaga, pero aparece otro silencio que desemboca en la repetición del estribillo y allí sí concluye este pomposo y brillante track. La letra expresa toda la nitidez del continente americano, con esmeraldas, serpientes, vides, fresas, y mientras tanto la vida que se nos va.
 Más Que Amigos es la pieza más amigable del disco. Se trata de una cancioncita inofensiva, divertida, encantadora, con una guitarra playera, una melodía tierna y una letra que relata de manera brillante lo simple del título.
 Luego viene la parte experimental del CD, con Descanso Vs. El Amor De Las Ninfas. Se trata de un teclado pantanoso, de videojuego, que repite la melodía de Descanso, el último tema de Rafael, matizado con un piano dramático.
 Este oscuro experimento nos deriva a El Trago Oculto, una especie de reprise de Carta Al Dolor que sobre la marcha inventa otra melodía genial que encastra tan perfectamente con la anterior (que, recordemos, era de otra canción) que no puedo dar crédito a mis oídos.
 Vamos llegando al final del disco, y lo hacemos con otra pieza larga y oscura como Dios Es Una Cámara. Es la canción más dramática y sombría del disco, con un piano de película de los años 20 y un estribillo que parece tomar vuelo pero no lo hace, y da paso a una corta y extraña sección instrumental con un oscurísimo riff. Después el estribillo toma vuelo al fin, dotado de una gran emotividad, y los últimos dos minutos vuelven a la sección instrumental, brillante, con zumbidos electrónicos por todas partes, guitarras distorsionadas, teclados, y en el medio de la marejada el brillante riff. El final se me asemeja a alguna parte de Pequeñas Anécdotas Sobre Las Instituciones, no recuerdo cuál. Me fascina particularmente el ¿chelo? que aparece en el minuto 1:03. La letra me parece una completa mezcla inclasificable, pero la frase "te asustaría verte en construcción" me parece brillante.
 La penúltima canción del disco se llama Rondó Del Bello Divorcio, una lenta balada que repite la misma encantadora melodía en una especie de mantra interminable que se corta en el medio para ofrecer un clímax conmovedor que sólo permite que vuelva la misma melodía de antes con mucha más fuerza. La canción se desvanece así, repitiéndose, volátil y etérea, y termina siendo mucho más hermosa de lo que uno pensaba. La letra habla del amor, y no hay mucho más para decir, salvo que suena preciosa.
 Y cuando ya nadie lo esperaba, en el último tema aparece una guitarra acústica. La canción elegida para despedirnos es Me Gustaría, otra melodía preciosa con arreglos mucho más sobrios que realzan su belleza y una típica letra de desamor. ¡Escuchen esa armónica! Podría llegar a atragantarme con tanta hermosura. A la mitad, Pablo se frena para decir “Y le / Canté / ah ahhhhh!”, y da comienzo a la extensa y bella coda que concluye el disco, llena de vientos, cuerdas, guitarras, armónica, una batería marcial, y entre todo eso el “la la la la la” de Vidal realzándose como la voz de un niño entre la marea. Y así, casi sin darnos cuenta, vemos que terminó el disco.
 En fin. Espero que estas palabras los animen a escuchar el disco. Se lo merece. Pablo Vidal solito compuso estas 15 gemas, y según mi punto de vista eso ya lo habilita a ocupar el puesto de genio. Me alegra mucho que el under argentino tenga bandas como éstas. Escúchenlos, difúndanlos, disfrútenlos. Yo, escuchando este disco, soy feliz. Muy feliz. Espero que a ustedes les pase lo mismo. Un 10-.