martes, 27 de agosto de 2013

Thick As A Brick (1972) - Jethro Tull





Puntuación: 10+
Mejor canción: difícil...¡Ya sé! ¡Thick As A Brick!

Tracklist

1. Thick As A Brick (Part 1)
2. Thick As A Brick (Part 2)
                             
                                 

 Bueno. Luego de mi magnificente retorno estuve algo ausente debido a mi viaje de egresados en Bariloche (fue genial, algún día escribiré un cuento al respecto), y para volver decidí una obra colosal como Thick As A Brick. Escribir sobre un disco tan complejo suele ser difícil, pero en el caso de Thick As A Brick, creo que todo podría resumirse con una sola palabra: "perfecto". Particularmente, creo que Thick As A Brick es un disco perfecto. Es mi favorito dentro de lo que he escuchado del progresivo, junto con esa otra maravilla que es Selling England By The Pound
 Y ahora vamos con mi muletilla que es la siguiente pregunta retórica: ¿qué es lo que lo hace tan genial? Su música. Sí, dije una obviedad, pero es que no hay otro modo de explicarlo. Era 1972, el auge del rock progresivo, y Jethro Tull se mete de lleno en esta nueva movida con una propuesta muy ambiciosa: un disco de una sola canción. Así es, los dos lados son en realidad la misma canción, y si están separados es sólo por una cuestión técnica. Obviamente, esto traía muchos riesgos. Un disco de una sola canción puede hacerse inabarcable, y de hecho es muy difícil que uno pueda centrar realmente la atención en las primeras oídas. ¿Cómo hace el loco de Ian Anderson para solucionar esto? Haciendo música de la más alta manufactura. Mientras todos los demás grupos de prog se peleaban por ver quién hacía la cosa más bizarra, quién experimentaba más, Anderson ensaya una "descomplejización de la complejidad". ¿A qué me refiero con esto? Simple: hace parecer fáciles cosas que no lo son. Esta larga suite no suena para nada difícil: no es desentrañable, no se enreda, no parece ser realmente complicada. Pero en realidad se trata de música muy compleja, con demasiadas ideas, demasiados matices, sólo que la banda encuentra la manera de ordenar todo de manera perfecta y tal que no nos demos cuenta de lo difícil que es en realidad todo. Esto me parece que es lo más resaltable del disco: cómo logran mucho sin dejar de sonar accesibles. 
 Pasando a la música en sí, es realmente un delirio. Lo que más me asombra del disco es la cantidad de ideas y cómo logran hacerlas fluir. Es una canción formada por varias partes, cada una genial a su modo, y todo encaja perfectamente. Uno puede oír una balada folk, luego una especie de marcha medieval, sobresaltarse con un riff de hard-rock al segundo siguiente, y en ningún momento la cosa suena emparchada o agregada a la fuerza. Las transiciones entre las distintas secciones de la suite siempre se dan naturalmente, con elegancia, con belleza, y nunca dejan de suceder cosas. Esto también es increíble: la cantidad de cosas que suceden a nuestro alrededor. Las canciones dentro de la gran canción están repletas de matices, flautas saliendo de la nada, campanitas, vientos, contrapuntos, riffs, coros, cambios de ritmo. Nunca dejan de pasar cosas, y uno nunca deja de descubrirlas. Realmente me sorprende cómo Ian podía tener tantas ideas en la cabeza. 
 Y por si esto fuera poco, las piezas en sí son obras maestras. Y perfectamente ejecutadas. Las melodías son excepcionales y la banda logra una inmensa variedad de sensaciones: desde una balada emotiva, hasta un rock furioso, atravesando apacibles pasajes de folk inglés, endemoniadas marchas cuasi-incas, logrando una obra realmente diversa. Y todo esto respaldado por una gran actuación de Anderson en la flauta. ¡Qué estilo tan distintivo! La flauta de Anderson está añadiendo belleza por todos lados, y esto aporta una gran cuota de originalidad y distinción. Martin Barre también se destaca como un GRAN guitarrista acústico, y además aparecen pianos, campanas, órganos, masas de vientos, orquestas de cuerdas, mandolinas, clavicordios, cornos y todo tipo de instrumentos para hacer más barroca la experiencia. Me parece importante destacar a John Evan, el tecladista, que nunca es nombrado pero aquí cumple una labor excelente, no sólo aportando masas de teclados sino líneas de piano realmente hermosas y hasta un solo de rock pesado. Repito: no puedo creer la cantidad de cosas que tenía Ian metidas en la cabeza, y lo bien que las logró transmitir.


 Pero vamos a la gigantesca canción. Thick As A Brick (Part 1) abre con una línea delicadísima de guitarra, y cuando entra esa frasecita SUBLIME de flauta, ya nos damos cuenta de que estamos ante algo grande. Y cuando encima aparece de la nada ese acorde mastodóntico de "Your deafness a SHOUT!", meneamos la cabeza asombrados. ¡Y van sólo 30 segundos! La balada acústica que da forma a la primera parte de la suite es de una belleza extenuante, con un estribillo hermoso, pero de a poco va subiendo la tensión. Y cuando digo de a poco, es realmente de a poco: primero se agrega un sutil acompañamiento algo jazzero, luego entra la batería con todo para el estribillo, y después todo vuelve a callarse hasta que un trallazo eléctrico nos revuelca por la habitación. ¿Ven lo que les digo cuando hablo de cómo fluye el sonido? Pasamos de una balada acústica a un hard rock, y lo hicimos casi sin darnos cuenta. Volviendo a la realidad, comenzamos la segunda parte de la suite, con un riff espectacular y un ritmo vertiginoso. Le agregamos un solo de teclado que suena psicodélico y rockero a la vez, y tenemos otra genialidad. Luego, de la nada, volvemos a la línea de guitarra que había abierto al disco, y aquí se va produciendo de a poco otra excelsa transición hacia la tercera parte del tema, que consiste en una especie de balada épica medieval de gran melodía respaldada por una masa de sonido IMPONENTE y que, encima, se da el lujo de encajar en el medio un diálogo entre guitarra eléctrica y flauta que me despedaza por completo. ¿Alguien se preguntó si una flauta podía rockear? Aquí tienen la respuesta. Posteriormente todo se calla, y quedan sólo la flauta y el teclado. Y después solo el teclado, que en medio minuto muta para brindar un riff antológico que luego es repetido por la flauta en el punto cúlmine de la genialidad. La melodía de esta parte vuelve a ser excelente, y además la actuación de la flauta es particularmente brillante. ¡Escuchen ese solo que se manda en el minuto 14:13! Puedo morir tranquilo. De nuevo el tema va mutando, y en el minuto 16:05 nos sorprende un barrido perfecto de guitarra acústica, que nos introduce a la última sección de la primera parte de la suite. Ésta consiste en una balada realmente hermosa, con pianos tan exuberantes que empalagan, una melodía suave y subyugante (hasta tiene unos "na na na" por ahí), una flauta como siempre sensacional y unas campanas que terminan de transfigurar una de las secciones más bellas que jamás oí. La escena es sobrecogedora: me imagino en un campo, de noche, observando un lago y meditando sobre cómo se nos va la vida, pero a la vez disfrutando inmensamente el hecho de poseerla. Perdón, pero esta parte es demasiado para mí. Y por si todo esto fuera poco, la melodía sigue siendo genial. ¡Maldito Anderson! ¿De dónde sacaba tantas melodías? A los 18:16 se va agregando otra imponente masa de vientos, y todo termina de manera sobrenatural. La transición con la segunda mitad se produce con menos maestría que el resto de la suite, ya que el lado A termina con un ruidoso aunque efectivo riff metálico, que se me hace interesante para escuchar con auriculares por cómo el sonido va saltando de un lado a otro.
Y así pasamos a Thick As A Brick (Part 2), la segunda parte del disco. El comienzo se da con una repetición algo caótica del rocker inicial, con un extenso solo de batería, que luego da paso a una sección algo experimental de diálogos mezclados con agudísimas flautas (parece sacada de alguno de los millones de discos de Frank Zappa). Como dije, la transición entre los dos lados pierde un poco la elegancia del resto de la obra. A los 4:05 comienza la misma preciosa línea de guitarra que daba inicio al álbum, y Anderson vuelve a demostrar su genialidad inventando una melodía diferente sobre LA MISMA LÍNEA DE GUITARRA. E IGUAL DE HERMOSA. ¿Se dan cuenta de lo que hablo? Es una cosa de no creer. Y además, está matizado por un intermezzo notable de flautas y pianos. Una breve pero linda melodía da paso a la siguiente sección, una excelsa y nuevamente épica balada. Comienza con una melodía conmovedora, matizada por brillantes punteos de guitarra y una flauta macabra que en el estribillo se transforma en una paloma llena de paz. Cómo te hacen variar los estados de ánimo en segundos, qué genios. A los 8:02 se mete la batería con un ritmo sobrecogedor acompañando a una flauta cada vez más fascinante. Todo va subiendo, todo va haciéndose cada vez más interesante. La batería ensaya algunos cambios de ritmo demenciales. La guitarra y el órgano comienzan a sumarse, haciendo todo una marcha cada vez más frenética e impactante. La transición entre esta parte y la siguiente es PERFECTA, con mayúsculas. Comienza sólo la flauta, tan sombría como siempre, se van agregando algunas cornetas o no sé qué carajo son, la batería se hace cada vez más pesada, y para cuando se agrega la guitarra ya flotamos en un mar de felicidad. Y cuando ya nos creíamos inmunes, Ian saca de la galera OTRO RIFF tan genial como los anteriores. ¡Alguien que lo frene a este tipo! Así da comienzo a una melodía devastadora, épica, increíble que nos va acercando al final. Y cuando me toca describir el final ya me siento incapaz. Todo va subiendo, se agregan más y más instrumentos, capas de sonido, melodías que se entrecruzan, secciones que cambian y se entrelazan y surgen de la nada y desaparecen y todo un océano de complejidad tocado con la más absoluta sencillez. No puedo, no puedo no rendirme ante tamaña demostración de creatividad. ¡No puedo! Hablo de cosas como el riff de flauta del 14:08, la frenética melodía del 14:50 (iniciada por una alarma que me parece un detalle maravilloso) o cómo frena todo de golpe en el 15:20 para dar paso a una marcha más lenta y fúnebre pero igualmente conmovedora. Pero aquí todo es volátil, y rápidamente volvemos a la misma melodía de siempre que ya parecíamos haber olvidado, y cuando Anderson queda por un momento a capella parecemos perder la noción del tiempo. La otra melodía regresa, la frenética, y nos vemos impulsados en un remolino que termina abruptamente a los 18 minutos. Ya estamos en la parte final, que repite la melodía del fin del lado A, pero con un trasfondo instrumental distinto y aún más épico. ¡Escuchen el riff del 18:38! Me deja helado. Luego todo se acelera, pero es un engaño, y vuelve la misma melodía por un rato, hasta que la batería se pone pesada, la flauta se pone escandalosamente genial, las guitarras florecen de la nada y yo ya no sé dónde estoy parado. Y ahí estoy, sumergido en el caos, cuando al 19:52 aparece una orquesta DE LA NADA, que me termina de convencer de que este disco es una absoluta obra maestra. ¡Escuchen esa hermosura! ¿Quién se esperaba una maldita orquesta en el último minuto de la obra? Es el toque final, el último golpe del genio de Anderson que corona todo. Bueno, en realidad no es el último. Porque todo sigue, igual de frenético que antes, salvaje, demencial, atroz, perfecto. Y de pronto todo se hace más agudo, y cuando al 20:30 florece la misma, la estúpida misma línea de guitarra del principio, ya no sabemos qué pensar. ¿Cómo hizo? ¿Cómo carajo hizo para darnos tantas vueltas, para llevarnos a tantos lugares, para hacernos sentir tantas cosas y después volver al principio? ¡Volvió al principio! ¡Como si nada! Es increíble. Y así nos parece, y así quedamos, atontados. Y Anderson lo sabe, y cuando recita la última frase se ríe. "And you wise men don't know how it feels / To be thick / (Risa) / As a brick". Esa risita leve me termina de matar. El tipo se mandó una obra maestra de 45 minutos para volver al principio, y encima el final es lo más alejado de lo pretencioso posible. El tipo se ríe. Realmente no somos dignos de algo así. No lo somos.
Espero haber podido expresar correctamente mi devoción por este pedazo de música. Cómprenlo. Escúchenlo. Muéstrenlo. Ámenlo. Yo lo hice. Un 10+, ¿todavía no quedó claro?