miércoles, 15 de julio de 2015

Zitilites (2003) - Kashmir


Puntuación: 9+

Mejor tema: Rocket Brothers

Tracklist
1. Rocket Brothers
2. Surfing the Warm Industry
3. The Aftermath
4. Ruby Over Diamonds
5. Melpomene
6. The Push
7. Ramparts
8. Petite Machine
9. The New Gold
10. Big Fresh
11. In the Sand
12. Small Poem of Old Friend
13. Zitilites
14. Bodmin Pill


 Estoy acá de vuelta para hablar de un disco que descubrí en este último tiempo y me voló la cabeza. Kashmir es una banda danesa que canta en inglés. Comenzó su carrera en la década del 90, pero recién logró cierto prestigio en el resto del mundo en 2003 con este disquito llamado Zitilites (un muy buen nombre, por cierto. Durante mucho tiempo creí que se llamaba “Zitilities” y me gustaba aún más, pero bueno). Y digo “cierto” porque nunca fue una banda muy conocida. Por eso me sorprendió tanto. Porque, al darle una escucha inicial, lo primero que uno piensa es: “todas estas canciones podrían haber sido hits”. Y este pensamiento se repite tanto que se termina traduciendo en: “esto es una obra maestra”. Porque sí, Zitilites es una verdadera obra maestra. Nadie le dio mucha bola, quizás porque ya era ligeramente anacrónico, pero lo cierto es que es mejor que muchos de los discos que deslumbraban a la crítica por ese tiempo. 
 ¿Por qué digo anacrónico? Porque suena bastante a la década del 90. Es un disco algo frío, muy artístico, muy atmosférico, con ese ambiente mitad espacial mitad eléctrico. Me hace acordar un poco a Ok Computer. Y, claro, como Ok Computer es mi disco favorito, creo que es obvio que éste me gusta casi en la misma medida. Claro, esto no es Ok Computer. No tiene el mismo aire a “algo trascendente está pasando”, no está tan cohesionado, las letras no describen tan perfectamente la vida moderna, no ofrece tanta experimentación. Pero el clima está, lo acuático está, lo opresivo está. Y las melodías también están. Porque (y prometo que es la última vez que hablo de Ok Computer) el disco de Radiohead tenía tantos elementos perfectos que uno casi se olvidaba de las maravillosas melodías pop que lo atravesaban. Aquí, en cambio, éstas relucen esplendorosas en la hermosa voz de Kasper Eistrup, y es por esto que uno se pregunta en qué mierda estaba pensando el mundo que no convirtió a este disco en uno de los más vendidos de la década. No hay, como dije, demasiada experimentación. No hay (mucha) electrónica ni nada muy parecido. En ese sentido, es más bien un álbum de pop muy refinado y ecléctico, lleno y relleno de canciones hermosas y exquisitamente matizadas.  Pero no quiero dejar una imagen demasiado azucarada del disco, porque la verdad es que tampoco es tan así. Que tenga esa sutileza pop no le quita en ningún momento el poder emotivo, ni lo convierte en música pasatista. Todo lo contrario: es una experiencia altamente sensorial, gloriosa, oscura. Y que tenga bellas melodías no lo hace más simple. Para nada: todo el disco es muy cerebral, muy trabajado y muy artístico, hasta el punto que no negaría influencias del rock progresivo. Así es: hay mucha atmósfera, mucha oscuridad, mucho Pink Floyd (principalmente en la sección de teclados, interpretada de manera brillante por Henrik Lindstrand). 
 No sé si lo expliqué muy bien, pero basta con que sepan que es un disco genial. Creo que la mejor síntesis que podría hacer es que es un disco azul (como la tapa de Ok Com…digo, nada). Un disco etéreo, atmosférico, bello, para escuchar sobrevolando algún glaciar en una cápsula voladora y preguntarse cómo carajo hace un danés para pronunciar tan bien el inglés.
 En fin. El disco comienza con una sencilla pero preciosa progresión de acordes de guitarra que nos adentra de lleno en el viaje. Se trata de Rocket Brothers, uno de los dos singles del disco. Recuerdo que este fue el tema con el que conocí a la banda, y durante una semana no pude parar de escucharlo. Es una balada extraordinaria, muy emotiva, con una letra fraternal, que va subiendo y subiendo hasta estallar en un estribillo apoteósico, repleto de intensidad. Luego de la segunda estrofa, el estribillo se repite con un falsete brillante de Eistrup que nos deja los ojos llenos de lágrimas, para instantáneamente dar paso a una coda casi sinfónica, con guitarras por todos lados, una más hermosa que la otra. No se me ocurre un comienzo mejor.
 A continuación tenemos el otro single del disco, llamado Surfing The Warm Industry, una muy buena canción, aunque sinceramente yo hubiera elegido bastantes otras como single. Está estructurada de forma similar a Rocket Brothers (introducción de guitarra - canción en subida - coda) pero es mucho más movida, con un riff de guitarra sigiloso que en el estribillo cobra fuerza y distorsión. No obstante, toda la canción es una eterna subida, con un sonido cada vez más apabullante y una batería simple pero efectiva, hasta que todo se disuelve en las guitarras y los teclados que concluyen el tema. La letra es realmente buena, y algo extraña (como todas las del disco), y trata de la despersonalización y alienación del trabajo en las industrias.
 La siguiente canción es distinta. The Aftermath es una balada de piano, algo plana en cuanto a arreglos, pero muy conmovedora y, sobre todo, muy melódica. ¡Escuchen ese estribillo! ¡Escuchen esa melodía majestuosa! No puede no gustarte.
 Luego tenemos Ruby Over Diamonds, una canción más cortita y extraña. Se trata de una mezcla de funk y new-wave, todo licuado con un ritmo de vals. ¿No suena increíble? Y sí lo es. El riff de bajo es demoledor, y luego se le agrega una guitarra pulsante genial, pero en el estribillo se callan para configurar una atmósfera casi de balada. A continuación se agrega un piano, y más adelante tenemos unos coros fantasmagóricos que terminan de configurar una canción única. Aunque no, no “terminan” de configurarla, porque todavía hay más. Un solo de guitarra genial que da paso a la última estrofa, brillante, repleta de coros y riffs y matices y genialidades por doquier. Un tema inquietante y maravilloso. La letra es espontánea y escurridiza, una declaración de amor que mezcla delicadezas con frases como “Now I want to make children”.
 Sin interrupciones pasamos a Melpomene, una balada de amor. Pero no esperen nada cursi: ésta balada de amor es totalmente etérea. El teclado del principio ya consigue apabullarme: ¡cuánta hermosura, cuanto placer en mis oídos! La melodía, casi susurrada por Kasper, es exquisita. ¡Escuchen las guitarras en el minuto 1:27! Qué fantástico. Al igual que muchos temas del disco, Melpomene va subiendo en intensidad, con una batería cada vez más frenética y cascadas de guitarras cada vez más omnipresentes. Luego del precioso estribillo, damos paso a la sección del medio, casi rapeada por Eistrup, que nos descoloca por completo antes de tumbarnos definitivamente en el suelo con esa guitarra distorsionada tan perfectamente introducida que antecede al estribillo final, cantado de forma desgarradora. La letra, a mi entender, es de las mejores del disco. Como casi todas, es de amor, y describe perfectamente la sensación de amor no correspondido (“Now I can´t close my eyes when she’s around / And she’s around / Passing like the wind that shapes the clouds”) hasta que, de golpe, pasa a ser correspondido.
 Hasta aquí la seguillida de canciones era realmente perfecta. The Push ya no es tan buena, pero sigue siendo disfrutable. Se trata de una balada de piano, carente de demasiada instrumentación, pero con una bella melodía, triste en las estrofas, optimista en el estribillo, y una atmósfera muy bucólica y evocativa (más que nada en esa extensa sección del medio en donde parece que estamos hundidos debajo del agua). La letra es nuevamente genial, y ésta vez es más comprometida políticamente, ya que describe (con un cierto optimismo que noto falso a consciencia) la depresión de la vida en las ciudades en el nuevo siglo, con frases geniales como “Forever changing plans / Restrained by envious spirits / And wanting to want to give in / And go for the country” o “Where my bare feet are walking on dew / Without treading a needle / On a needle”, sin contar ese maravilloso concepto de “The sounds of someone close to falling apart”.
 Ramparts es el tema más rockero del disco, y nos devuelve a altos niveles. El tema, nuevamente, comienza con menos fuerza, pero ya se le nota una furia contenida, un impulso, una electricidad escondida. Rápidamente la batería se descontrola, las guitarras distorsionadas aparecen y nos vemos sumergidos en el maremoto. Luego todo se apacigua, el solo nos calma, pero sabemos que es una mentira. Y lo constatamos con la repetición del estribillo, salvaje y frenética. Y ojo, que a pesar de ser la más rockera del disco, no pierde nada en cuanto al refinamiento de la melodía. Particularmente, podría morirme escuchando (y cantando) ese estribillo.
Con Petite Machine nos tranquilizamos un poco, disfrutando de un ritmo lento y majestuoso y una melodía sobria pero, como siempre, lujosamente matizada con guitarras. Sobre el final, nuevamente atacan las guitarras distorsionadas, generando un clima bastante épico.
 A continuación nos sorprendemos. ¿Acaso eso es una guitarra acústica? Sí señor. Estamos hablando de The New Gold, una preciosa balada folk con una melodía que, literalmente, me eriza la piel y me transporta a un fogón bajo la luna en algún lugar alejado de la civilización. Una armónica melancólica (eso rimó) y la, como es costumbre, bellísima voz de Eistrup completan la escena.
 Luego viene Big Fresh, un tema largo y que particularmente me gusta bastante. No alcanza el nivel de otras canciones del disco, pero está muy bien hecho, con un bajo predominante, guitarras extañamente psicodélicas que al final cobran distorsión y ferocidad, y un minuto final muy sosegado, casi silencioso, con apenas unas notas de piano matizadas con efectos electrónicos.
 Pero mi canción favorita del disco (quizás junto con Rocket Brothers) es In The Sand. Y no sé bien por qué. Es una balada tradicional de piano, muy a lo Coldplay, y la melodía ni siquiera es muy pegadiza. Pero algotiene. Algo que me conmueve. Que me hace llorar. Costó que me guste, pero una vez que logré penetrarla, la amé con desesperación. Esas guitarras como pájaros que aparecen en el estribillo, esa maldita voz de Kasper que recién en las últimas dos frases nos entrega el celestial falsete que todos veníamos esperando, esos platillos de la segunda parte, y sobre todo, obviamente, esa melodía, que no se te pegará fácilmente, que es de esas melodías volátiles pero eternas, misteriosas, que parecieran esconder el secreto de la existencia. Nada puede contra algo así.
 Lástima que tuvieran que arruinarlo todo con Small Poem Of Old Friend. Se trata de un rock que no es particularmente horrible, pero es muy ampuloso, con muchos gritos mezclados con mucho silencio, sin nada de la sutileza que caracteriza al resto de las canciones, y sobre todo, demasiado largo. ¿Justo éste tema tenía que durar 6 minutos? ¿Era necesario?
 Pero bueno. Qué se le va a hacer. Vamos terminando el disco con la canción que le da título al mismo, Zitilites. Que me encanta. En realidad es otra balada…al final son todas baladas. Pasa que cada una es tan única que uno no lo nota. En fin. Es una balada distinta a las otras, fría, mecánica, llena de efectos electrónicos, revoloteos, con un bajo y una batería brillantes (cortesía de Mads Tunebjerg y Asger Techau respectivamente) y una melodía tímida, casi imperceptible. En el medio, el piano se vuelve medio loco, aunque sin salirse mucho de lo común. Todo parece como atado, robótico, y esto es lo que lo hace genial. Es una balada de amor rodeada de opresión y oscuridad, un susurro romántico en medio de una ciudad glacial, inexpresiva y mecanizada. Y la canción termina de la nada, literalmente, como un telón que cae para dar paso a Bodmin Pill, el último tema del disco, que es simplemente una pieza ambient muy al estilo de Treefingers (de Radiohead) que nos devuelve al mundo real.
Un discazo, de verdad. Cuánta riqueza musical hay en el mundo, y qué lindo es ir descubriéndola. 


Hola!!!!

Muy buenas noches! Les habla silver_sorgo desde el cyberespacio. 
Tal vez pensaron que el blog estaba muerto. No los culpo. Hace mucho, muchísimo, que no publicamos nada nuevo. Les voy a contar un poco sobre todo lo que pasó durante este año y medio. 
Tanto Strauss como yo estuvimos muy ocupados viviendo. Terminamos la escuela secundaria, comenzamos la facultad, incluso nos fuimos de mochileros al norte en enero de este año. No es mi intención entrar en detalles sobre mi vida personal (y tampoco creo que les interese demasiado), pero basta decir con que he atravesado muchas cosas, y he cambiado muchos conceptos acerca de mí y acerca de lo que me rodea. Vivimos en un proceso de plena construcción, y es genial que así sea. 
Todo esto hizo que dejara de escribir en el blog. A veces lo extrañaba, pero nunca tenía la fuerza de voluntad necesaria para volver a encararlo. 
Este largo preámbulo sirve para comunicarles una buena noticia: logré reunir esa fuerza de voluntad, y quiero anunciar con bombos y clarines que LA VENGANZA DE SATURNO HA VUELTO. 
Habrán notado que hablo en singular. Esto se debe a que, lamentablemente, mi amigo Strauss ya no escribirá en el blog por una decisión suya. Así que a partir de ahora el blog es mío. Muajajaja.
Hablando en serio, LaVenganzaDeSaturno se viene con todo. Escuché mucha música durante todo este tiempo, así que tengo mucho material sobre el que escribir. Espero lograr la regularidad que tanto me ha faltado, y espero que poco a poco se vayan sumando nuevos lectores. 
Mis escritos, como siempre, partirán desde mi humilde lugar de amante de la música. No estudié música: apenas estoy aprendiendo a tocar la guitarra. Mi intención es plasmar mi experiencia como oyente y tratar de expresar las emociones que me generan todos los discos que me gustan. Mi único objetivo es que alguien lea alguna de mis reseñas y descubra una banda nueva, un disco nuevo, una canción nueva. Con que una persona me diga que conoció a una banda gracias a la página y que le gustó/le encantó/se convirtió en su banda favorita, me doy por hecho.
Así que el blog vuelve a renacer. Va a haber bandas nuevas y bandas que ya he reseñado. Estuve escuchando bastante under argentino, así que voy a colar también algunas (bastantes) reseñas sobre grupos jóvenes de aquí y ahora. Además, voy a ir corrigiendo algunas reseñas viejas que ya no me gustan tanto, y avisaré de estas actualizaciones cada vez que suba un nuevo escrito.
Tal vez la venganza del viejo Saturno era ésta: volver cuando todos pensaban que había muerto. Sin nada más que decir, los dejo con una reseña de un discazo: Zitilites, de Kashmir.

PD: también he estado escribiendo algunas cosas que poco tienen que ver con la música. En breve abriré un blog con mis cuentos, poesías, relatos, microcuentos, etcétera etcétera etcétera. Si les gusta la idea, les aviso cuando lo abra y les paso el link.

PD 2: bueno, les dejo un regalo más: un temazo de Tame Impala.