jueves, 14 de abril de 2016

Y nosotros sin el sol (2015) - Guilo


Canción favorita: Colibrí

1.Vampiros
2. Colibrí
3. A los rayos del sol
4. Trenes
5. Y nosotros sin el sol
6. Este momento
7. La última estrella
8. Entre sueños
9. Antes del fin
10. Un cielo dice adiós


 Últimamente, como sabrán, estuve sin escribir reseñas musicales. La verdad es que, a pesar de mi ampuloso retorno, mis promesas fueron vanas. Dije que iba a volver a escribir con regularidad, pero no lo hice: me hace acordar a cierto presidente de cierto país que dijo ciertas cosas que tampoco cumplió.
 En fin. Lo importante es que me ha costado retomar las energías para escribir, y además me ha estado faltando tiempo, sin que esto constituya una excusa. Mi apatía provocó que fuera necesaria una intervención divina, que golpee a mi puerta y me convenza de volver a escribir una reseña. Y esa intervención estuvo a cargo de Guilo Villar, músico porteño que hace poco sacó su primer disco y me propuso que yo lo reseñe. Me tardé un poco, mitad por la universidad, mitad porque no estoy en forma, y perdí un poco la práctica en este tipo de escritura. Pero acá estoy, volviendo a lo grande con este hermoso disco llamado Y nosotros sin el sol.
 Antes que nada, aviso que a partir de ahora los discos ya no van a tener puntaje. A mí también me agarró la revolución de la alegría, y me di cuenta de que es muy pedante de mi parte puntuar la música que hacen otros. ¿Con qué criterio puedo hacerlo, si no estudié música y no hago música? Yo analizo la música como oyente, e intento transmitir lo que me provoca, y no creo que mi analfabetismo musical me impida hacerlo, porque al fin y al cabo, los músicos hacen música para nosotros, los no músicos. Pero, al margen de esto, creo que no es necesaria la manía de catalogar todo, y de establecer quirúrgicamente que un disco de los Zombies vale 0.5 más que un disco de Nirvana (además de que es bastante ridículo comparar obras tan distintas con el mismo sistema). Así que, desde ahora, me voy a limitar a escribir sobre discos que me gustan y que recomiendo. Tampoco voy a escribir sobre discos que no me gusten, ya que no estaría aportando más que cizaña, y el verdadero objetivo de este blog es el de contribuir un poquito en la difusión y el intercambio de  la música que considero interesante.
 Dicho esto, pasemos a hablar de Y nosotros sin el sol. Desde el principio quiero dejar en claro que me parece un disco maravilloso, y mucho más considerando que es el debut solista de Guilo. Según la información del álbum en Youtube, el disco “tiene como eje a la canción”. Y esto es lo primero que hay que recalcar. El disco es encarado a partir de las canciones, todas ellas claramente diferenciadas, con una estrofa y un estribillo, y perfectamente trabajadas.
 Porque es cierto que el eje es la canción, algo que suena reivindicativo. Pero es a partir de la canción que se trabaja, y se le agregan capas sonoras que la embellecen y le otorgan identidad propia. Y es importante hacer énfasis en el verbo “trabajar”, porque es lo que más salta a la vista. Cada canción, cada línea, cada nota está perfectamente pensada y perfectamente interpretada. El disco ofrece una gran variedad de estilos, de instrumentación, de climas, de colores. En cada canción, Guilo eligió lo que la música le pedía. Como resultado, tenemos una pintura multicolor y muy bella, y aún los momentos más simples no se nos presentan para nada simples: Guilo elige la exuberancia frente al despojo, y yo no podría estar más agradecido.
 A mi entender, el disco presenta dos tipos de canciones claramente diferenciados. Tenemos, por un lado, las canciones luminosas y alegres, que muestran el lado más pop de la obra. Por otra parte, están los temas más tristes, más densos, que suenan ideales para un día de lluvia. Incluso parecería que las emociones se van intercalando: una canción alegre, una canción triste. Lo interesante del disco es que siempre, en algún lugar, hay un dejo de melancolía en las canciones más alegres, y un dejo de alegría en las canciones más melancólicas. Cada uno lo encontrará en lugares distintos. A pesar de estas caras que puedo reconocer, las canciones no suenan similares entre sí: cada una es un universo en sí misma, y a su vez, cada una se integra perfectamente con las demás. Estas dualidades (alegría-tristeza, independencia-integralidad) no hacen más que demostrar la inteligencia del proyecto.
 Pero hablando en estos términos pareciera que estoy haciendo un análisis matemático. Y la verdad es que el disco es hermoso, más allá de lo bien trabajado que esté. Hay discos perfectamente pensados y realizados y que, sin embargo, no mueven un pelo: éste no es el caso. Se trasluce el amor de Guilo por la música detrás de cada nota, el cariño con el que trata a sus canciones. Esto nos llega perfectamente, y las canciones terminan moviéndonos en nuestro interior. A través de las sucesivas escuchas, Y nosotros sin el sol se nos va haciendo cada vez más cálido, y es algo que no sé si puedo explicar muy bien, pero escuchándolo, uno se siente como en casa.

 El disco comienza con una línea de guitarra que suena como abrir la ventana en un sábado soleado. Se trata de Vampiros, un pop fenomenal y cortito que abre el disco con una melodía saltarina y muchísima energía.
 Luego suena la que yo creo que es mi favorita del disco, Colibrí. Una línea de piano hermosa y melancólica nos introduce a la canción, que tiene una letra tan hermosa como su melodía, líneas de guitarra muy otoñales y un final realmente fantástico en el que la canción se eleva en intensidad para luego volver a hacerse chiquita y cerrar de una manera perfecta. ¡Y tiene campanitas! Amo las canciones con campanitas.
 A los rayos del sol le hace caso a su título y vuelve a cantarle a la energía, al sol radiante y a la felicidad hecha estribillo, confirmando el gran arranque del disco.
 Disco que continúa con Trenes, pieza que compite con Colibrí en cuanto a mi preferida personal. Trenes es una canción de ritmo sosegado y muy emotiva, con un dejo definitivamente nostálgico en el acordeón que le sirve de columna vertebral. La imagen es muy bella, con la letra e incluso el título (me imagino el último tren del país partiendo bajo el sol matutino) haciendo juego. Además, la cantante invitada Alina Gandini no podría hacerlo mejor. La canción sigue la misma tónica de Colibrí, alcanzando una intensidad majestuosa para luego apaciguarse y terminar bajitas.
 A continuación tenemos la canción que da nombre al disco, Y nosotros sin el sol. Se podría decir que es una combinación entre las canciones anteriores, ya que tiene elementos muy luminosos y otras pinceladas más oscuras, e incluso con unos amagues jazzeros en el medio. La melodía es repetitiva, pero funciona como mantra y logra adherirse en la mente con facilidad.
 La segunda mitad del disco arranca con Este momento, una canción muy bella, cortita y folklórica con un acompañamiento instrumental muy minimalista.
 El plato fuerte de esta segunda mitad se encuentra en La última estrella, una zamba realmente preciosa que cuenta con juegos de voces fantásticos y un piano infinito.
 Entre sueños vuelve a la fórmula de las primeras canciones: un pop tal vez más corto y enérgico, con un estribillo arrollador. Sin embargo, noto cierto agridulce en el estribillo. Tal vez es un simple efecto de que esté situada más al final, pero la cuestión es que la melodía del estribillo tiene algo que me fascina y no sé bien cómo definirlo. En fin.
 Antes del fin se encuentra, justamente, antes del final, y lo introduce con un piano muy bello que constituye el único instrumental del disco.
 El disco concluye con Un cielo dice adiós, un cierre épico del disco que, particularmente, no me termina de convencer. No es una canción mala, y tiene momentos realmente poderosos como los oscuros coros del medio acompañando a las cuerdas, o el final que parece sacado de un disco de Queen. Pero en general me da la impresión de que se busca una grandilocuencia algo exagerada que no se condice con el tono general del disco. En ese sentido, hubiera preferido alguna otra gema sencilla como Este momento. De todas formas, más allá de esta apreciación, no es algo que empañe el disco en su conjunto, está de más aclararlo.

Básicamente, tanto el cielo como el disco dicen adiós, pero esperemos que Guilo no diga adiós. Es refrescante saber que hay gente con tanto talento y con tanta creatividad haciendo cosas como éstas, más aún teniendo en cuenta el esfuerzo que todos sabemos que necesita un músico que circula por fuera del mainstream para poder redondear su arte. Un disco maravilloso, con muchos pasajes de alto vuelo, melodías que se inscriben en el recuerdo y una atmósfera preciosa e ideal para mejorar el ánimo en todo momento. ¡Salud, Guilo